Imaginé mal

Ya es insoportable. Es de madrugada y tengo ganas de verte. Reviso viejas historias para tenerte cerca. No sabes cómo me sorprendes cuando haces que el tiempo sea un detalle ínfimo al lado de tu cara. Cada día me convenzo de que es así. Quien quiera que sea, quien sea que quiera. Sea quien sea me diría que estoy redundando. Que me doy vueltas una y otra vez en las mismas cosas. Y hoy me di cuenta que sí, que es verdad. Me encanta darme vueltas en ti. Me fascina volver y volver (y volver) a hablar de ti. Estoy enamorado y pobre de aquel que se atreva a esconder algo así. Sería un suicidio lento y con mucha sal de por medio.

Pero hoy no. Hoy diré algo distinto. Hoy me detuve a pensar en ese momento, ese momento que me hace recordar que aún te amo. Y más. Ese momento de nervio, de temblor. Ese momento en que alguien me aseguró que como tú no hay dos. Aunque más de alguna canción lo intentó.
Momentos como cuando me acuerdo que estabas lejos. Momentos como cuando te imagino más lejos aún. Momentos que no existen. Tiempos que no llegarán. Por que siempre estarás aquí, te lo he dicho una y cien veces para bien.

Pero es así, esas cosas sí las imaginé. Siempre que llevas algo en el bolsillo te imaginas lo mismo, pero cayéndose de tu bolsillo. Por qué será, quizás el masoquismo crónico de nosotros los mortales. O simplemente una inmadurez forzada. Así, hoy te guardo en bolsillo con cierre. Te quiero regalar de esos mismos pantalones, para que me encierres por siempre. Con el nudo en la garganta (de alegría) te puedo decir que no importa. No me importa saber que la lluvia se llevará mi ciudad, no me importa saber que un asesino nos gobernará en unos años más. Por que estoy metido en tu bolsillo y nada de eso sucederá. Te amo.