Después de todo, algo cambia

Para Daniel fue un misterio. No entendía por qué ese tren tuvo que venir, justo ahí, cuando Francisca estaba ahí. La mató, se murió. Y Metro no respondió.

Daniel pensó que tenía más de lo que necesitaba, cuando lo tienes todo te sientes libre. Pero ya no. Francisca, tú libre corriendo. Espero que no te sientas sola, sin él, sin Daniel. Francisca, estás loca realmente, espero que no estés enojada, sin él.

Te sentaste ahí y le dijiste a Daniel que no había nada. Y con él había todo. Le aseguraste que no existía el hombre de los comerciales, ése del que todos hablaban.
Y el te creyó, él pensó que en verdad eran sólo dos. Como en los matrimonios de verdad, sin curas ni anillos en el medio.

Ahora búscate un lugar más grande, allá en donde estés. Francisca, ya está. Ahora hay que subir las escaleras y asumir. Perdiste tu vida y los demás te perdieron a ti, sobre todo Daniel.
Me acuerdo perfectamente de las últimas palabras que te dijo mirándote a los ojos, "todavía no paras de reir, tus ojos siguen abiertos y mirándome fijo. Pero estás muerta. Muy muerta". Luego Daniel abrazó a un guardia y lloró lo que no lloraba desde el silencio ensordecedor que una vez encontró en su pieza.

Es un misterio para mí. Ustedes tenían el brillo, yo sé que tenían el brillo. Una vez que lo tienen todo quieren ser libres, y necesitan más espacio. Francisca, tú estás partida en dos, espero que no te sientas sola, sin ti.