22 de noviembre de 2006

Eso de ser mamás

Gran parte de la gente trata de esconder las diferencias sociales que existen en Chile hoy en día. Solo basta con conocer las opuestas historias de dos madres adolescentes de nuestra ciudad, para darnos cuenta de la repercusión del entorno, tanto en las acciones, como en las emociones.

Un impacto tremendo sufrió Macarena Jonhston al enterarse de que sería mamá. Con sólo16 años, la ex-alumna del colegio San Pedro Nolasco de la comuna de Vitacura, se vio enfrentada a un embarazo no deseado y al abandono por parte de su pareja. La idea del aborto no tardó en llegar. “Tuve que poner en una balanza las razones por las cuales abortaría y las razones por las que tendría a mi hija, pensé hasta en tirarme por una escalera… en tantas cosas”, agrega Jonhston entre risas.
Los papás de Macarena fueron caso aparte. Ambos son separados y la madre fue siempre un apoyo incondicional, mientras que su papá le ofreció un aborto reiteradas veces con la excusa de que no podría sobrellevar su vida con un bebé a su cargo, sin embargo, el apoyo económico de ambos siempre estuvo presente, “en cuanto a la plata no hubo ningún atado”.

“No fue tan terrible cómo el mundo lo pintó”

Tal como relata la rubia joven, los primeros meses del embarazo fueron terribles, sentía mucho cansancio y malestares. Al quinto mes todo cambió, la energía volvió y Macarena retornó a los –carretes- y volvió a ver a las personas que tanto extrañaba. En cuanto al colegio no hubo problema, asistió sólo el primer semestre de su último año escolar. Con 17 años recién cumplidos, Macarena estaba feliz y la pequeña Florencia llegó. La prematura mamá se acostumbró rápidamente al training de correr entre el preuniversitario y la casa, aprendió a bañarla, mudarla, vestirla y organizarse en función de su pequeña hija. Macarena no tiene intención de bautizarla, no se considera católica y si es que lo hace sería por obligación de su madre. Hoy Florencia tiene 1 año y 4 meses, la niña juega en el living de su casa con un andador. Macarena estudia veterinaria en la Universidad Mayor y la observa mientras se imagina yéndola a buscar al colegio en un futuro no muy lejano.

¡Amén padre!

Souly estuvo inquieta durante toda la ceremonia. Una vez en los brazos del pastor, se quedó tranquila y dio la impresión que posó frente a las cámaras. Una humilde capilla de madera fue el escenario para el bautismo de la hija de Camila Venegas.
Siendo parte de una familia tradicionalmente evangélica, Camila no dudó en llevar ante dios a su querida hija. La madre de 16 años junto a su pololo René Correa, padre de la niña, presentaron en sociedad a su primogénita. A la celebración solo asistieron las familias de los padres ya que también se bautizaron dos niños más, ambos hijos de la hermana de Camila. Unas treinta personas escucharon por más de dos horas y media al pastor que dirigió la ceremonia. “¡A estos niños hay que castigarlos desde un principio, solo así no cometerán pecados!”, -¡amén padre, amén!- contestaban al unísono gran parte de los asistentes.

Souly hace un par de días cumplió 4 meses, llegó como una bendición al hogar de su madre, el cual solo se encuentra a tres cuadras de la casa de René ubicada en la comuna de Conchalí. El padre de Souly dejó el colegio para trabajar, mientras que Camila siguió asistiendo al Liceo Juanita Fernández del Solar de Recoleta, el cual no le puso inconvenientes para tener a su hija. Ambas familias se han unido bastante con la llegada de Souly, no han escatimado en esfuerzos para darle todo lo que la niña necesita y no hayan la hora en que la pequeña aprenda a decir: “mamá”.

Definidas como madres

Para Daniela Gálvez, psicóloga de la Universidad Católica, ambos casos son recurrentes en nuestro país y la educación de las madres es fundamental a la hora de hablar de embarazos adolescentes. En un estrato social bajo, la poca educación sexual que reciben los niños repercute principalmente en el escaso conocimiento de métodos anticonceptivos o abortivos, lo que produce un mayor número de casos de embarazos juveniles y una cierta familiaridad de los sectores bajos con el tema. Por otro lado, en una clase alta se preenjuicia y condena rápidamente a la madre, las enseñanzas católicas y morales que tienen las niñas producen una auto discriminación ante la sociedad que conforman, siendo el aborto una salida recurrente. Sin embargo, más allá de un tema económico, los valores y principios que le entregó su familia a la futura madre pueden ser decisivos en el embarazo, la crianza que le dará a su hija será un fiel reflejo de lo que ella recibió en su etapa infantil.

“Una niña a los 16 años define su identidad, la búsqueda se ve interrumpida por el embarazo y esta crisis vital que vive todo adolescente se ve estancada por el rol de madre”, explica Gálvez. Generalmente, un embarazo juvenil afecta en la autoestima de la niña, a la vez, comienzan a madurar considerablemente al “hacerse cargo de otro” lo que provoca el estigma de la sociedad como “la joven que no experimentó”.

1 opinan:

ariomapuche dijo...

Buena crónica.
Es la realidad nomás, al final queda claro que son muy chicas para asumir tal responsabilidad.

 
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