10 de julio de 2007


Mi perro entró a la pieza y no sabe cuantas cosas oler. Mi mochila en el piso, mis zapatillas desparramadas, tres vasos sin nada y un puñado de revistas en el parqué de mentira.
Hoy anda con un chalequito, esos que tienen cuello y lo hacen parecer perro cuico. Me miró tres segundos a los ojos y metió su nariz en mi velador. Qué olor. Encontró lo que realmente me va quedando.

Una carta del día del demonio en mi velador. Un sin fin de canciones violadas alrededor, ojo que ahora se venden por internet. Caras sin el brillo de antes. Cuatro botellas vacías, llenas de lejanía. Una figurita de plástico que se lleva al pecho todo lo que me regaló. Tres parlantes gritándome al oido un par de cosas claras. Cuatro oraciones borrosas que no salen de la cabeza. Cuarenta y tres mil imagenes que tampoco quieren desaparecer. Cero ganas de seguir contando tonteras que se olvidan por la mañana.

Tomé de las patas a mi perro Simón y bailamos. Me puso ojos de cordero degollado y lo tuve que soltar. Siempre vuelve a bailar, es casi mecánico, aunque nunca lo reconocerá. Mal que mal, es un animal. Tomé las canciones y lo esperé allá arriba en mi árbol. Uy!... Simón encontró el dvd. Vamos.

2 opinan:

mendigo_millonario dijo...

parece prueba de casali, tay puro citando mis textos jajajajaja
nos vemos por ahí copión.

Carlos Ferreira dijo...

shuuu!
onde la viste. Alcance de perros bailarines, yo al menos tengo el mío en casa. Y bueno, tb soy un copión de la shica del metro. Ahora abiré los ojos sólo en el túnel. besitos.

 
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