Anti-Chiles

Joven encapuchado corriendo por Alameda con una piedra en la mano. Banderas negras con la famosa "A" de ¿anarquía?. Un centenar de carabineros persiguiendo a estos seudo revolucionarios -o buenos para el hueveo-. Hoy en día, esta imagen es normal en cada manifestación pública que se realiza en Santiago. Producto del descontento de los ciudadanos (Transantiago, LOCE, Pascualama, y un gran etcétera), el movimiento anti-gobierno ha tomado fuerza en el pueblo, especialmente en los estudiantes. Pese a todo, para nadie es sorpresa que existan adherentes a las protestas que tienen como único fin pegarle a alguien, romper un banco o quemar Mc Donalds. Lindo pasatiempo.

La llegada de la democracia a comienzo de los '90 fue un despertar para los chilenos. Finalmente se abrieron las alamedas. El cambio desde un sistema autoritario-dictador-torturador-represivo-intolerante-militar a un gobierno democrático fue crucial en la formación de las nuevas generaciones. Crecimos con libertad, opinión, manifestación: sustantivos que hace algunos años eran utópicos para Chile. La anhelada voz del pueblo cobró fuerza al momento de tomar decisiones. Y la gente se dio cuenta del cambio.

Al pasar los años, los gobiernos de la Concertación se fueron sucediendo unos a los otros. A los problemas propios de un país, se sumaron bochornosos casos de corrupción y fraude -nadie dijo que administrar un país es fácil, pero la democracia tiene que ser práctica en todos los sectores-. Mop-gate, sobresueldos, coimas, Chile-deportes; pareciera que el gobierno da pie para salir a reclamar. Pero hay formas y formas. Se dice que los chilenos han ido acumulando rabia, y que se transmite dentro de las familias. Que el gobierno no sirve, que nos están robando. Al final el jóven temerario no entiende nada y sale a destruir. Buscan sobresalir.

El anarquismo está de moda. Es la salida recurrente a la hora de preguntar por qué están combatiendo, es un refugio para el descontento juvenil. Sin saber lo qué está pasando, salen a la calle al primer movimiento social al que se convoque. Organizados, aclanados, y por sobre todo, armados, estos manifestantes luchan por un par de ideas claras, o al menos las más básicas: no al sistema, no al gobierno, romper, destruir... cosas así. Nuestros anti-sistemicos personajes salen disfrazados de "punkis"-como se les vende a los niños-,y comienzan a gritar un sin fin de ideales al mundo. Expresar su repudio contra las autoridades. Contra los profesores. Contra la abuelita y el guatón del kiosco. Hasta aquí, cosa de ellos. Lo importante es el cómo.

Una pequeña guerra civil se vivió el último primero de mayo en la capital. "Los pacos" contra todos. La cobertura que se le entregó al acto de la CUT fue nula en relación a la violencia que vimos en la televisión. Niños de diez años apuntando a las cabezas de periodistas y carabineros. Palos de madera de un metro contra las lumas poderosas de la policía; fue una lucha sin tregua. Nunca he sido cercano a los "honorables" carabineros, pero amigos: esto ya es de animales. Queda esperar que la "detención seleccionada" termine con el vandalismo. Tampoco espero que Bachelet se ponga una polera en la cara y salga con una molotov en la mano, o que un anarquista se vista de terno a dialogar con Alcaino, pero realmente la violencia debe terminar. Sin duda el sistema imperante nunca será aceptado, ni tampoco bien evaluado, pero de seguro nuestros hijos encontrarán otras formas para resolver sus temas. Hoy nadie entiende nada, ni motivos ni razones.