25 de julio de 2007

Tumba


Pero claro que no quiero hablar. Cómo pretenden que hable si, mientras me interrogan, este par de seudo policías me miran entera. No, no pienso decir nada. Las esposas me tienen las muñecas moradas, ya casi ni siento las cachetadas de este gordo abusador que se cree detective. Soy una mujer distinta a las demás. No hablaré. Nunca sabrán qué llevo dentro.

Viví mucho tiempo detrás de las montañas. Sentía que eran mi guarida. De repente iba a la ciudad a comprar lechuga, o ver alguna película. Pero un día cometí el error.
Tenía muchas amigas, y amigos también, pero la idea era no hablarles. No quiero sonar arrogante, ni mucho menos arribista, pero ellos no se merecen saber qué es lo que traigo. Creo que debe ser un placer de pocos. Ni a mi familia se los conté.

Todos me miraban cada vez que caminaba por la Avenida. Ni siquiera pude confiar en mis amigas, esas que usaban cola de caballo y se depilaban las cejas, ellas fueron las más traidoras. Le contaron a la policía montada lo que yo traía e inventaron toda una historia de mi malévolo plan. Pura envidia. En realidad querían borrarme del círculo sólo por que yo sí que llamaba la atención, no como ellas. Con mis pañuelos al viento, mis botas afiladas y mis pantalones café los dejaba marcando ocupado. Yo ni los pescaba.

Fue en marzo. Estaba nublado y necesitaba mis pastillas para la garganta. Extrañamente habían desaparecido de mi cajón en donde guardaba las cosas importantes. Esas cartas de niña chica, mis primeros pinches, y mis remedios. Fui a la Cruz Azul por mis pastillas. Entré por la ventana y un empleado me miró de reojo. Sin decirle nada, me pasó mis medicamentos sin receta y apretó un botón amarillo. Acto seguido, tres policías entraron por la puerta y me inmovilizaron. Uno me agarró de la cintura, otro de los pies y el último de los brazos. Escuché cuando cerraron las esposas en mis manos cuando sentí el pinchazo en el cuello. Todo negro.

Ahora desperté aquí. Estoy sentada frente a un guatón pelado de camisa blanca. Tiene el ceño fruncido naturalmente y masca algo parecido al tabaco. Lo único que quieren saber es qué me traigo, y no les diré. De niña mi mamá me decía que era una dura. Lo sigo siendo. Es la celda más extraña que he visto: paredes blancas y sin barrotes en las ventanas. Dos de los policías que me apresaron están riéndose morbosamente de mí apoyados en la pared. El tercero me tiene agarrada del cuello, pero no me lo aprieta, de hecho tiene la cara más afligida que yo. Estoy vestida de naranjo y no tengo idea por qué. Lo único que sé es que yo no abriré mi boca. Y no cederé. En el momento exacto saqué una mano de las esposas y le robé la pistola al policía apenado. Me apliqué.

5 opinan:

Anónimo dijo...

Yo no sé nada
Tú no sabes nada
Ud. no sabe nada
El no sabe nada
Ellos no saben nada
Ellas no saben nada
Uds. no saben nada
Nosotros no sabemos nada
La desorientación de mi generación tiene su explicación en la dirección de nuestra educación,cuya idealización de la acción, era - ¡sin discusión!-
una mistificación, en contradicción
con nuestra propensión a la me-
ditación, a la contemplación y
a la masturbación. (Gutural,
lo más guturalmente que
se pueda.) Creo que
creo en lo que creo
que no creo. Y creo
que no creo en lo
que creo que creo

yo no lo escribi, lo escribio otro que de letras yo ahora no me antojo, con ritmos en la boca ando hoy dia mi cabro leso, por eso, le dejo un gran beso. usted queria que le dejara algo bonito, y mire si me salio hasta con versito.

jajajajaj se le quiere carlitos, chau, colapsos invernales al pedido de la mes.a


nena sueles dejarme solo.

Anónimo dijo...

ah y niño, buenas letras sabes juntar. todo muy bien como siempre, no es una obligacion leerlo, sino un agrado.
accidentes bien planeados sabe crear. mente que no mate con tanta sustancia, alimentela usté.

mendigo_millonario dijo...

Después del juglar que pasó por este sitio, debo decir un par de palabras más humildes al respecto jajaja.
Me gustó ene la historia. Esa niña indefensa siempre se te hace llamativa a la hora de escribir. Es tu lugar común.

mendigo_millonario dijo...

ahy mi cabro leso, ojalá que cuando muerda eso, no le quede queso, por que es muy espeso y te caga el seso.

Parece que yo soy el leso, así que te dejo un beso y me regreso.

Eso

ariomapuche dijo...

Pensar que en la sala de edición pasan esas cosas: gente esposada y todo lo demás.

Definitivamente hay una vida antes a ésta, y usté mijo fue mina, yo quizás también o soldado nazi qué se yo.

Pero está muy bueno. Siempre me da la sensación que nunca apretas backspace y te sale del alma viejo. Si es así, te admiro en ese sentido, yo no puedo siempre.

Se me cuida y se viene el gran día.

 
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