17 de abril de 2007

Déjame en la calle

Octubre 2006, udp.

Dicen que el peor lugar en donde puede terminar una persona es trabajando en la calle. Para algunos personajes de Providencia, como Juanito, el contacto diario con la gente no lo cambian por nada. Las conversaciones clásicas con los amigos de toda la vida, o el simple diálogo con algún cliente, son las razones que mantienen al padre de Juan Antonio Labra vendiendo desde afiches de los ídolos del fútbol, hasta la imitación del cuadro más cotizado de Kandinsky.

El caminar era tedioso por Providencia, el calor hacía ver cada vez más parecidos cada uno de los locales que invaden el barrio. Me detuve en la esquina de Providencia con Suecia y me llamó la atención un tipo que conversaba con otra persona delante de un centenar de posters y cuadros de arte.

- ¡Juanito! ¿Cómo estay?- lo interrumpieron un par de personas mientras comenzaba a hablar. Sólo de esa forma pude saber el nombre de este caballero de camisa amarilla, piel morena y pelo negro. Con una barba de dos días, lentes antiguos y un cigarro tras otro, Juan poco a poco comenzó a demostrarme confianza. Ni siquiera regalándome un afiche de fútbol pudo sacarme de su vista.

Más de 6 años lleva Juan Labra parado en esa esquina. Orgulloso del trabajo que desempeña no tiene la más mínima intención de encerrarse en el local de antigüedades que posee junto a su esposa. Juanito conoce el caracol de antigüedades por completo, el administrador es un gran amigo suyo y fue precisamente él quien le prestó la fachada de su tienda que da a Providencia para vender sus productos. A los pies del local se encuentran acomodados cientos de afiches y obras de arte que comercia Labra, su dedicación lo ha llevado a estudiar la historia del arte para poder decirles a sus clientes de donde venía Dalí, Miró y hasta el mismo Van Gogh.

Mucha gente mira en menos el trabajo de la calle. Las principales razones son el comercio ambulante o la piratería que se produce, sin embargo, Juan posee una patente para hacer funcionar su improvisado negocio. El Juanito antes trabajaba de mecánico junto con algunos amigos en un negocio de repuestos. Con una sonrisa en la cara recuerda el encuentro que tuvo hace algunos meses con uno de los jóvenes a los cuales él enseñó la venta de repuestos y la mecánica. “Hoy en día él es gerente o ejecutivo de una gran empresa, por mi está donde está”, comenta Labra.

- ¡¿Que estás haciendo aquí en la calle Juanito?!- le dijo el hombre que segundos después reconocería Juan.
- Mirando hueones pasar- le contestó el vendedor.
Juan se sintió aliviado, fue la primera respuesta que se le vino a la mente. No soporta que la gente lo discrimine, él lo hace por opción pero está muy conciente de que miles de personas venden en la calle por necesidad.

-Sí, yo soy el papá de Juan Antonio Labra- me respondió cuando hice alusión a su apellido. Aunque ni su esposa, ni su afamado hijo aprueban totalmente el trabajo de Juan, él vive feliz con lo que hace. La vida en la calle lo llena de tal forma que se siente vivo, no quiere pasar el resto de su vida delante de un televisor encerrado en cuatro paredes. De vez en cuando su familia lo insta a dejar el oficio, para que se dedique a las antigüedades. -¿Quieren verme feliz?, déjenme en la calle- responde Juan sin dudarlo.

3 opinan:

mendigo_millonario dijo...

Buen reportaje carloncho...
anda mañana a clases si po. Te recuerdo, ahora que leo tu reportaje, que estamos estudiando periodismo y de vez en cuando hay clases..
saludos chao

Fernando dijo...

Notable wn....me gusta entrar a leer aca, me entrengo, ta bueno....
paso rapido....
tamos hablando
un abrazo!

Camila Werner dijo...

Buena Charlie, debo decir q pase por acá y m quedé metida leyendo tu último reportaje...sin duda tienes talento...es interesante conocer a personas distintas a uno...

ya cuidate, nos vemos por ahi...y deja te jugar tanto taca taca jaja

un beso

 
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