Miguel no lo podía asimilar. Carla, la polola de toda su vida, terminó con él por que conoció a otro hombre en la universidad, un hombre de apellido compuesto, de buena facha, Peugeot 206 y trabajo en el Sótero del Río.
Un destrozado Miguel caminaba por Simón Bolivar a eso de las once de la noche. Hace tres cuadras que dejó de ver por última vez a Carla. Las lágrimas querían salir, pero él no las soltó. Se sentía como en las películas, con el corazón roto caminaba solitario. Hacía frío y nadie andaba en la calle a esa hora. Así y todo, Miguel debía estar a las siete de la mañana en punto en el diario al otro día.
De repente se le acercan tres sombras. Al mirar bien, Miguel se da cuenta que son tres jóvenes de ropas anchas y jockeys de baseball. Lo toman por el brazo y siente un cuchillo carnicero en el estómago. Miguel ni se inmutó. Tres combos en la guata, una patada en la cara y cientos de golpes en el suelo hicieron falta para que las sombras se llevaran su billetera, el reloj que le había regalado Carla para el tercer aniversario, su celular y las dos lucas y media que traía en el bolsillo. La naríz rota a esas alturas era un detalle.
Mal herido y triste, Miguel tuvo que caminar hacia el paradero casi a rastras. La gente que lo vio no hizo más que darle algunas monedas para el Troncal.
Media noche y Miguel seguía postrado en el paradero. De pronto abre un ojo y ve que una señora y su hijo lo están metiendo dentro de un bus. "Ojalá que este le sirva mijito... cuídese, que Dios lo bendiga".
La mañana estaba fría. La madre de Miguel estaba sentada en la cama con las manos en la cara llorando a mares. Miguel logra abrir el segundo ojo cuando mira a su madre y recuerda lo que le pasó la noche anterior. Mierda.. !las ocho y media¡. De un salto se metió a la ducha, después del grito al ver su nariz se comenzó a vestir como si fuera tarde a su funeral. Mientras tomaba café y comía un pan con queso, miró el reloj del matinal de todos que marcaba las nueve con tres minutos. Salió corriendo de su casa sin mediar explicación. En un momento, Miguel se detiene en la esquina de irarrazabal con Manuel Montt para buscar su celular y llamar a Carla. Cuando se acuerda de su celular robado, de inmediato lo siguió el recuerdo del "Terminamos..." que le regaló Carla la noche anterior. Llorando caminó al metro.
Baquedano es un infierno. Se abren las puertas y entra el doble de personas que logaron intrépidamente salir. Miguel tiene su cara en el hombro de un ejecutivo, su espalda pegada a la de una secretaria y sus manos se pierden entre las mochilas de dos universitarios. Mira hacia la ventana y se encuentra con las caras de dos muchachas que lo miran de reojo sonriendo, Miguel se siente cohibido, después se mira en el reflejo de la ventana del metro y comprende que lo único que les da risa son los cuatro moretones que tiene en su cara y la improvisada cura que tiene en la nariz. Son las diez de la mañana y Miguel se quería morir.
Subiendo las escaleras del metro, Miguel logra ver por fin la luz del día. Corre por la alameda, se tropieza con un vagabundo y empuja a una docena de personas en el trayecto. Mientras corre no hace más que pensar en qué estará haciendo Carla en ese momento. Llega a Alameda 22347 y sube hasta las oficinas del diario "El cuervo".
"Cuarta vez que llegas atrasado Miguel. Mira la hora... llegaste tres horas y media tarde. Realmente no lo puedo aceptar. Recuerda que solamente estás acá por tu práctica y por la recomendación que nos dio Gonzales. He leido las cosas que has escrito... y son pura basura Miguel. Nada de contenido, ni siquiera corroboras fuentes. Sólo te la pasas escribiendo poemas e historias que no existen. Discúlpame pero te tengo que despedir. Pasa a buscar tu cheque mañana y dile a Emilia que te entregue tus crónicas, quizás a alguien le sirvan de algo. Reglas son reglas Miguel, tú lo sabes. Que Dios te bendiga muchacho".
Un derrotado Miguel camina por Ejército. Su mejor camisa tenía cinco manchas de sangre y cuando buscó su mp3, se percató de que lo perdió en el metro, ni la música lo acompañaba. No quería pensar en nada, no tenía trabajo, ni plata, ni polola. Cuando se dirigía rumbo a Mapocho, Miguel se acordó de Álvaro, su amigo del colegio, quien estudiaba cerca de ahí algo relacionado con biología. Hace años que no tenía penas de amor y era él quien las escuchaba en ese entonces.
Cuando "Las leñas" ya comenzaba a cerrar, Miguel y Álvaro lloraban borrachos en la barra del local. Llevaban unos veintemil pesos en cerveza y papas fritas -todo pagado obviamente por Álvaro- y sólo por eso los trabajadores del local no los sacaban a patadas.
Eran las una de la mañana y Miguel entra silenciosamente a su casa. La curadera no había terminado pero aún recordaba que tenía una madre que si tenía trabajo y que si se despertaba temprano al otro día.
Prende el computador con una Escudo en la mano y se mete a eme-ese-ene. La pantalla se veía borrosa y lo único que aprieta es la casilla de su e-mail.
"No sabes cuanto te amo mi amor... siento que nunca nos separaremos, eres el amor de mi vida. Nada ni nadie nos separará... y eso tú lo sabes cierto mi perrito?... bueno, te extraño mucho, ojalá que todo siga bien en el diario y ven a verme el viernes. Te ama.. Carlita".
Así terminaba el mail que había recibido tres días atrás. Miguel terminó su cerveza y luego de leer cuatro veces el mail, desconectó el computador, patió la televisión y se largó a dormir entre lágrimas.
6 opinan:
Para lo depresivo!! jajaja...naa, si ta super weno, hasta m identifique en algunas partes...pero no se...m dio como pena el loco, TODO MAL!
ya carlitos...sigue con tu jalea, menos depresiva eso si...
un beso
bailarina
Cómo tanta mala cuea me pregunto.
Ok, es una historia. Y puede pasar, yo tengo un día de dos al hilo (flaites y mp3), no recuerdo la volá con minas en ese entonces, pero en fin.
Triste la historia pero sabes mantener la tensión, ando cansado e igual me pegó.
Suerte.
PD: En la tarde leí ratoncitos, está bueno también. Por lo visto son las weas que se le pasan a uno por la cabeza pero que nunca dice.
¿Onofre Jarpa?.
Muy bueno, Carlos. Siempre tan contingente y realista. ¿ creís que algún día trabajemos en un diario?, la verdad, no tengo idea, pero ojalá no me pase lo que le pasó a miguel. Se rumorea que a ese miguel después le dio cáncer de pulmón y se transformó en objeto de culto de todo Chile.
adios
yo ? already , always , all day ..
cuidate Jalea Ferreira ..
te leo .. =)
Por si ves a Miguel dile de mi parte que todo lo malo viene en un pack, tal como las "promo-carrete" que suelen vender en las botillerías..justo para embriagar a los "migueles" que anden dando vuelta por ahí, puede ser que casi sea un negocio eso de los estados depresivos con las botillerias, puede ser.
Lo unico malo es que lo bueno no viene como ninguna promo, que lo bueno es una cosa buena i no una secuencia de reiterados sucesos como lo que sucede con lo malo. Quizás por eso el cliché de aprovechar el sol luego de una tormenta..sea como sea..Miguel no tiene otra opción más que aprovechar la promo que le toca vivir ahora; que se compre una de pisco i disfrute ese amargo sabor que dejan unos cuantos vasos de piscolas .. io brindaré con él su amargura i su mal estado..salud!
En cuanto a tí, brindaré x el día en que nos juntemos i nos tomemos esa cerveza (s) tan aplasada .. lo siento! , un beso grande i seguiré comentando en la medida que tu sigas jugando con las palabras
te quiero mucho i disculpame !!
la historia está cuaticamente triste pero buena
igual me gusta como escribes niño
periodista fanático de la jalea de la abuela Pearl (Pearl Jam)...los quiero ir a veeeeeeeeeeeeer (comentario extra jaja)
que te vaya bien y mata esas solemnes :)
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