16 de mayo de 2007

La vendetta de un sedado


Espera, Antes de irme quiero decirte algunas cosas que-nunca-dije.

Realmente odio esa chaqueta rosada que traes a ratos. No hay color más malo.
Detesto que mires de reojo a las demás personas cuando estás nerviosa, crees que no lo noto?
No me gustan las cosas muy dulces, comenzaré a comer Nachos por montones.

Nunca más me afeitaré si es que yo realmente no quiero hacerlo.
Me emborracharé cuantas veces sea necesario, no mediré vasos ni billetes.
Gastaré el último de mis pesos en hamburguesas de queso si es que mi estómago lo pide, de ahora en adelante él será mi prioridad, en la cama y en mi vida.

Mañana escribiré SÓLO si hay gente que me inspire en el internet. Así que prepárate.
Ni siquiera trataré de entender lo que me quieres decir, de un tiempo a esta parte no me has servido de nada.
También me levantaré a la hora que se me dé la GANA. Si hay lluvia y frío me quedo, si hay sol: bienvenida la ducha.

Iré a lugares que me llamen la atención. NO por estúpidas invitaciones que no hacen más que achicar el panorama.
La música siempre irá conmigo. Si me quieres hablar, pues esperarás. Como también lo hice yo alguna vez. Creo.

Sin embargo siempre estarás en mi retina. Cuando imagine esas playas chilenas del norte, cuando vuelva a vivir esas noches de carrete en casas de dos pisos. También me acordaré de ti cuando me falten teclas y cuando quiera dejar de existir.

Maldita jalea.

 
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