Ya. A las tres nos juntaremos en el lugar de siempre. Lo distinto es que ahora voy más nervioso que nunca, con las manos húmedas y una dolorosa noticia entre las cejas. Primera vez en mucho tiempo que estoy procupado por la hora, quiero llegar puntual y antes que ella. Salgo de mi casa y de nuevo me quedo pegado mirando las baldozas de la vereda. Malditas veredas, son tan cortas, dos más y ya estaré sentando en el banco de la plaza, ese que siempre usábamos cuando no queríamos ir a mi casa.
Me rasco el cuello unas cinco veces antes de llegar a ver el pasto. Todas las siluetas se me hacen familiares y me aterra pensar que alguna pueda ser ella. No tengo idea qué decirle. Sólo quiero que sea rápido y que ninguno de los dos termine mal - aunque me sentiría muy frustrado si no hay reacción por parte de ella, una cachetada, un par de garabatos, qué sé yo -.
Estoy sentado en el banco. Décimo cuarto suspiro y ya estoy más nervioso que la chucha. Me da tanta pena todo esto. Las personas deberían pensar en esta situación antes de iniciar cualquier relación, quizás así se ahorrarían bastante. Igual me da mucha lata. Mientas la espero pienso en que mi vida es un asco, que soy una mierda: tengo dieciocho años y todavía nose poner en pie un "pololeo decente".
Ya tengo una roncha en el cuello de tanto rascármelo. Miro mi celular cada treinta segundos y me pone aún más paranóico el hecho de que tenga cuatro minutos de retraso. Por mientras pienso.
- ¿Qué onda? A ver, cuando era más chico habré tenido alguna polola mala o me habrán pateado humillantemente. Nada de eso. ¿Alguna violación que no me deje llevar mis procesos sentimentales como corresponde? Menos. No sé, no sé. Busco respuestas y no tengo idea por qué siento así. Hace un mes me proyectaba como nunca y hoy... aquí estoy, esperándola para decirle que se acabó todo lo lindo que teníamos, y que tanto le ha comentado a sus amigas.
Ya está. Al final respondió mejor que yo. Nos vimos, conversamos, notó rápidamente que me pasaba algo y lo fuimos buscando entre los dos. Lo evadí como pude, hasta que no sé cómo salió afuera. Borré de mi cabeza todo lo que hablamos, sin duda me hace mal sacar conclusiones. Yo, prefiero quedarme con lo lindo, tengo esa tendencia desde siempre. Al final terminamos sentados en el pasto mirándonos las caras y cuando ya estaba todo dicho, nos paramos con dos nudos en la garganta. La plaza estaba mucho más tranquila que cuando llegamos, ya no habían niños en el columpio y el señor de los helados Savory ya había agotado stock. Dejamos perfectamente marcados nuestros traseros en el pasto - busqué cualquier cosa qué mirar- y la fui a dejar a casa de un amigo de ella. Después de una conversación sincera me fui caminando a casa. La noté muy bien, la vi firme, aunque los dos estábamos destrozados.
Ese día me odié. Llegué a mi casa y me sentí asqueroso. Pensé una y otra vez en lo último que le dije: una broma estúpida que tenía que ver con una persona que poco merece estar parada en este planeta. Me ahogué, me tiré en la cama y cerré las cortinas. Es verdad eso de las imagenes, una y otra vez las vi pasar por mi cabeza, una cronología desgarradora que le relataba a mi inconsciente lo que alguna vez tuve. No sé porqué me imaginé acostado en esa misma cama, pero cuando fuese invierno, cuando la quisiera tener entre mis brazos diciéndole tonteras al oido sólo para verla reir. Ya nada de eso tiene cabida en mi cama de plaza y media.
Un mail. Un puto mail me obligó a escribirle todas esas cosas que por cobarde no le dije. Primera vez que le regalaba lágrimas a mi pantalla, y me sentí mejor. AL final de la noche nuevamente me puse a pensar. Quizás me estoy metiendo en un melodrama que no me corresponde y simplemente no ha llegado la indicada. Un buen amigo con problemas de pertenencia me dijo una vez que quizás es sólo el hecho de que no me quiero tanto a mí mismo como para querer a otra persona. No lo sé. Me declaro un "errante del amor" como dijo un erudito de las pasarelas por ahí. Me declaro un manojo de nervios que sigue sin poder dormir.
Y ya me acordé de ella.
Me rasco el cuello unas cinco veces antes de llegar a ver el pasto. Todas las siluetas se me hacen familiares y me aterra pensar que alguna pueda ser ella. No tengo idea qué decirle. Sólo quiero que sea rápido y que ninguno de los dos termine mal - aunque me sentiría muy frustrado si no hay reacción por parte de ella, una cachetada, un par de garabatos, qué sé yo -.
Estoy sentado en el banco. Décimo cuarto suspiro y ya estoy más nervioso que la chucha. Me da tanta pena todo esto. Las personas deberían pensar en esta situación antes de iniciar cualquier relación, quizás así se ahorrarían bastante. Igual me da mucha lata. Mientas la espero pienso en que mi vida es un asco, que soy una mierda: tengo dieciocho años y todavía nose poner en pie un "pololeo decente".
Ya tengo una roncha en el cuello de tanto rascármelo. Miro mi celular cada treinta segundos y me pone aún más paranóico el hecho de que tenga cuatro minutos de retraso. Por mientras pienso.
- ¿Qué onda? A ver, cuando era más chico habré tenido alguna polola mala o me habrán pateado humillantemente. Nada de eso. ¿Alguna violación que no me deje llevar mis procesos sentimentales como corresponde? Menos. No sé, no sé. Busco respuestas y no tengo idea por qué siento así. Hace un mes me proyectaba como nunca y hoy... aquí estoy, esperándola para decirle que se acabó todo lo lindo que teníamos, y que tanto le ha comentado a sus amigas.
Ya está. Al final respondió mejor que yo. Nos vimos, conversamos, notó rápidamente que me pasaba algo y lo fuimos buscando entre los dos. Lo evadí como pude, hasta que no sé cómo salió afuera. Borré de mi cabeza todo lo que hablamos, sin duda me hace mal sacar conclusiones. Yo, prefiero quedarme con lo lindo, tengo esa tendencia desde siempre. Al final terminamos sentados en el pasto mirándonos las caras y cuando ya estaba todo dicho, nos paramos con dos nudos en la garganta. La plaza estaba mucho más tranquila que cuando llegamos, ya no habían niños en el columpio y el señor de los helados Savory ya había agotado stock. Dejamos perfectamente marcados nuestros traseros en el pasto - busqué cualquier cosa qué mirar- y la fui a dejar a casa de un amigo de ella. Después de una conversación sincera me fui caminando a casa. La noté muy bien, la vi firme, aunque los dos estábamos destrozados.
Ese día me odié. Llegué a mi casa y me sentí asqueroso. Pensé una y otra vez en lo último que le dije: una broma estúpida que tenía que ver con una persona que poco merece estar parada en este planeta. Me ahogué, me tiré en la cama y cerré las cortinas. Es verdad eso de las imagenes, una y otra vez las vi pasar por mi cabeza, una cronología desgarradora que le relataba a mi inconsciente lo que alguna vez tuve. No sé porqué me imaginé acostado en esa misma cama, pero cuando fuese invierno, cuando la quisiera tener entre mis brazos diciéndole tonteras al oido sólo para verla reir. Ya nada de eso tiene cabida en mi cama de plaza y media.
Un mail. Un puto mail me obligó a escribirle todas esas cosas que por cobarde no le dije. Primera vez que le regalaba lágrimas a mi pantalla, y me sentí mejor. AL final de la noche nuevamente me puse a pensar. Quizás me estoy metiendo en un melodrama que no me corresponde y simplemente no ha llegado la indicada. Un buen amigo con problemas de pertenencia me dijo una vez que quizás es sólo el hecho de que no me quiero tanto a mí mismo como para querer a otra persona. No lo sé. Me declaro un "errante del amor" como dijo un erudito de las pasarelas por ahí. Me declaro un manojo de nervios que sigue sin poder dormir.
Y ya me acordé de ella.
6 opinan:
Pero claro. Probablemente sea así, eso de que uno mismo esté antes que los demás, por qué no.
Eso del mail, bueno... alguna vez lo hice por ahí. Es una mierda, a veces el valor que uno necesita para decir cosas que parecen sencillas, pero que francamente no lo son.
Te veo viejo.
Quizás me estoy metiendo en un melodrama que no me corresponde y simplemente no ha llegado la indicada.
Eso es lo que pienso yo!, además no eres un errante del amor ni tampoco un conquistador, sólo eres una persona que tiene que actuar más que pensar.
Y recuerda que de nuestros miedos nacen nuestros corajes y en nuestras dudas viven nuestras certezas.
Solo sabras cuando llegue la indicada :)
bsoss
te kierooo!
y olvidame jajajaja
Nikki
Quien no ha sentido eso alguna vez...cuando son los primeros pololeos...más se sufre
¿la indicada? aparecerá cuando menos lo esperes...ya verás...
besos carlitos...buen mambo ayer jaja
WOw!
Eso de pedirle permiso a un pie para mover el otro, tiene siempre algo de verdad. Muchas veces uno piensa que el mejor paso para la tranquilidad es terminar con meses de lazos entre dos personas. Yo creo que la vida no es así, como dice un comercial: "los sueños nunca se cumplen sentados en la cama". Hay que luchar para cumplir un sueño. eso es fácil, pero hay que luchar mucho más para mantenerlos, y eso cuesta un poco más.
Chao Carlos.
Esta vez, jalea con gusto a melancolía y tristeza
eso de remembrar a los viejos amores, es como una enfermedad un poco masoquista, duele, pero nuevamente uno lo hace, eso de olvidar es cobardia, ser conciente de la pena es tan bueno como saber las virtudes propias, nos aterriza, pero duele demasiado y no siento la valentia para reflejaro en la cara, es porque si, como tu lo has dicho.
saludos journalist.
Terminamos...
que mal momento..
pero cuando es necesario en realidad es un alivio... pero esta mas que claro que comienzas a recordar a la persona y a las cosas que dejaras de hacer... etc etc...
es doloroso cuando terminas y amas...
ojala nunca nos suceda...
te quiero
socio mio...
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