El clima-dependiente

La gente odia el invierno. Estudiosos dicen que, en épocas de frío, mucha gente es "foto-dependiente", es decir que su ánimo en invierno no alcanza para levantarse de la cama, y en verano la luz del sol nos da energía para correr y escupir. Yo creo que no. El problema está en el frío, no en la luz. Que desagradable es despertarse a las ocho y media de la mañana. Peor aún, cuando sacas un brazo de las sábanas y se te congela al instante.



Odio el invierno. Pies helados, kilos de ropa, gente anegada, a quién le puede gustar esta estación. El otro día caminaba por Vespucio y vi un bulto en la vereda. Estaba lloviendo, toda la gente venía entumida y resignada a esperar un bus. Me acerqué al bulto y era un caballero que había pasado la noche mojado y envuelto en un par de frazadas. Me sentí tan mal, pensé en cómo se las arreglaría ese hombre cuando la lluvia fuese aún más fuerte, después me sentí peor por que no hice nada por él.

Al final me di cuenta que mi ánimo si cambia mucho. En las mañanas no pienso en nada bueno del día, por las noches lo único que deseo es un poco de verano. No se puede vivir así. Exijo una explicación. ¿Por qué no nací en un país caribeño? Quizás así sí le haría honor a mi apellido y tendría algo para jactarme de él. No quiero discriminar a las personas que les gusta el invierno, pero creo que esas caminatas bajo la lluvia, esos chapoteos escolares y cafés intelectuales ya están pasados de moda. Debería ser un oso. Así tendría un periodo de vacacaciones de tres meses mientras dura el invierno. Tres meses invernando. Tres meses escapándome del frío. Tres meses con el calienta-camas prendido. Tres meses con amigdalitis agúda. Tres meses comiendo sopaipillas con mostaza en mi casa. Tres meses tomando sopa de espárragos. Tres meses disfrutando del invierno.