26 de agosto de 2007

Una noche


Quedaron atrapados en un pequeño lugar. Lo único que había era una guitarra y un par de cigarros. Qué otra cosa podían hacer. Todos estaban felices, algunos más espectantes, otros más cantantes. Se sentía tan real. Y lo era.

A la mayoría se le venía alguien a la cabeza. Era inevitable. Canción tras canción iban sonriendo y cantando, esperando sin ansias lo que pasaría mañana. De repente encontraron un ron detrás de un cajón. La excitación era mortal. Fue religioso.

De qué sirve el pesimismo (pensaban). Preocupémonos de cantar lo que nosotros queramos, y no de lo que cantan los demás (seguían pensando). Qué importa lo que vaya a pasar después. Qué importa lo absurdo que podían cantar después. Ya no importaba lo que cantaran los demás, ni tampoco lo que cantaran en otros lugares. Importaba el momento, ese microespacio.

Abrazos, besos, miradas. Cualquier cosa para demostrar afecto. Aunque sean tan escasos y tan influenciados, esos lazos existen. Sólo hay que saber separar los reales de los no tanto.
Que lindo. Pero se acabó. Había que dormir. Quizás sería el último sueño, pero sería el más pleno. Todos se acostaron con esa cosa tibia en el estómago. La música les salía por los poros. Y eso que tampoco eran talentosos. Qué importa. Uno se quedó despierto escibiendo una lista de deseos. Cosas así te hacen soñar. Él creía, Yo creo. Tú yo, yo tú.

3 opinan:

Daniela Valdés dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

si = me gustó tu tessssto..
aunque te de lo mismo ..
shaushau Asqueroosiiiin de colores =)

Anónimo dijo...

eso de ron fue como una wea muy divina caido del cielo, regalo de la pachamama o que se shoo!

buen texto
saludos
Nicole.

 
Peru Blogs